El resurgimiento del “mal de Venus” ha vuelto a preocupar a la sociedad, trayendo consigo recuerdos de épocas pasadas marcadas por la sífilis. Antes de la era de la penicilina, el tratamiento de esta enfermedad de transmisión sexual implicaba el surrealista uso de mercurio, un método extremadamente tóxico que dejaba secuelas físicas evidentes en los pacientes. En aquellos tiempos, el SIDA no era una preocupación, pero existía una enfermedad mucho más temida y sin tratamiento: la sífilis. Los primeros afectados europeos se referían a contagiarse de ella con la expresión “una noche con Venus y toda una vida con Mercurio”, porque de forma surrealista intentaban tratarla con mercurio, lo cual resultaba aún más perjudicial para su salud. Venus, la diosa romana del amor, asociada con Afrodita en la mitología griega, daba nombre a las enfermedades venéreas: de ahí el juego de palabras con los dioses antiguos.
Aunque la sífilis pueda parecer una enfermedad pasada, su prevalencia ha ido en aumento
Aunque la sífilis pueda parecer una enfermedad de tiempos remotos, su prevalencia ha ido en aumento en los últimos años en España. Datos del Instituto de Salud Carlos III revelan un preocupante aumento, pasando de 682 casos notificados en 1999 a 2,147 casos (provisionales) una década después. La incidencia por cada 100,000 habitantes se ha disparado de 1.73 a 4.76 en el mismo período. La realidad actual es que en España se han duplicado en 6 años los casos de contagio notificado de sífilis, pasando de los 4 casos por cada 100.000 habitantes en 2006 a 7,8 en 2012.
Andalucía encabeza la lista de regiones con mayor número de casos, por lógica de su enorme población, seguida por la Comunidad Valenciana y Madrid. ¿Cuál es la razón detrás de este incremento de la sífilis en Cantabria y toda España? Según el doctor José María Monge Mirallas, experto en enfermedades infecciosas y microbiología clínica, el aumento se debe a un retorno a prácticas sexuales de riesgo debido a la falta de concienciación y confianza excesiva. En los años ochenta, el temor al VIH impulsó el uso del preservativo, lo que contribuyó a reducir los casos de sífilis. Sin embargo, con el nuevo milenio, la enfermedad ha resurgido, mostrando una tendencia preocupante.
La sífilis en Cantabria y toda España ha experimentado un aumento preocupante
La sífilis en Cantabria y toda España ha experimentado un aumento preocupante en los últimos años, siendo especialmente afectados los hombres homosexuales, según advierte el doctor Monge Mirallas. Es importante destacar que la sífilis no se transmite únicamente a través del coito vaginal, sino también durante el sexo anal y oral, lo que subraya la importancia de mantener medidas de protección en todas las situaciones, especialmente en relaciones con múltiples parejas.
La enfermedad tiene un período de incubación de aproximadamente tres semanas, manifestándose inicialmente con la aparición de una úlcera en el área de contagio, ya sea en los genitales, la boca o el ano. Es frecuente que las personas infectadas no sean conscientes de su condición, ya sea porque los síntomas aún no han aparecido o porque son imperceptibles. Por ejemplo, en las mujeres, la primera úlcera puede formarse en el interior de la vagina. Si no se trata, la sífilis progresa a etapas más avanzadas. En el segundo estadio, la enfermedad infecta la sangre y las úlceras desaparecen, pero pueden aparecer manchas en la piel, especialmente en las palmas de las manos y las plantas de los pies. En el tercer estadio, pueden ocurrir complicaciones cardíacas y neurológicas, aunque hoy en día el tratamiento adecuado puede evitar estas situaciones tan extremas, que en el pasado resultaban devastadoras y mortales de necesidad.
Las autoridades sanitarias reconocen una relajación en la prevención de las ITS
Las autoridades sanitarias reconocen una relajación en la prevención de las ITS, por lo que es crucial reforzar las campañas de concienciación. Aunque se observó una disminución en los casos de sífilis en 2009 con respecto al pico alcanzado en 2008, las cifras siguen siendo altas para una enfermedad prevenible. La importancia de no bajar la guardia en la protección contra las ITS es un mensaje central en las campañas de salud pública, ya que exponerse a relaciones sexuales sin protección sigue siendo una especie de ruleta rusa en cuanto a la transmisión de enfermedades.
El origen de este “castigo divino”, como llegó a ser descrito, permanece hasta nuestros días. Debido a su gravedad, la sífilis ha sido conocida históricamente por una variedad de nombres que reflejan las percepciones y prejuicios de diferentes culturas y épocas. En Italia, Alemania y el Reino Unido se le llamaba la “enfermedad francesa”. En Francia, debido a una epidemia en el ejército durante las guerras italianas, se conocía como el “mal napolitano o enfermedad napolitana”. En Rusia, se referían a ella como la “enfermedad polaca”, mientras que en Polonia se le llamaba la “enfermedad alemana”. Durante el período Sengoku en Japón, era conocida como el “morbo chino”. En los Países Bajos, Portugal y el norte de África, se la conocía como la “enfermedad española” o la “enfermedad castellana”. En Turquía, se referían a ella como la “enfermedad cristiana”. Y en España, se le llamaba el “mal portugués” o el “morbo gálico” (también conocido como el “mal francés”). Estos nombres reflejan cómo las sociedades atribuían la enfermedad a sus enemigos o a grupos estigmatizados, pero también a las circunstancias inmediatas de cómo se empezaron a conocer los efectos. ¿Os acordáis del “virus chino”?
La sífilis, causada por la bacteria Treponema pallidum, es una infección de transmisión sexual que también puede ser transmitida de madre a hijo durante el embarazo, causando sífilis congénita. Aunque puede parecer que no es un gran problema de salud pública debido a sus bajas tasas, su incidencia está aumentando y plantea varios desafíos, como la identificación temprana de los síntomas por parte de los médicos de familia y la detección de personas con sífilis latente.
Muchas infecciones son asintomáticas o pasan desapercibidas, pero sin tratamiento, la enfermedad puede progresar y afectar múltiples órganos, causando daños severos en el sistema vascular y nervioso años después.
Es crucial abordar esta problemática mediante campañas informativas y programas de educación sexual en diversos ámbitos, como académico, laboral, deportivo, cultural, sanitario y social. Animar a las personas sexualmente activas a someterse a pruebas de detección rutinarias al menos una vez al año, especialmente al cambiar de pareja o antes de iniciar una nueva relación, puede contribuir significativamente a la prevención y control de las enfermedades de transmisión sexual, incluida la sífilis. Limitar o impedir la educación sexual de los menores y jóvenes no parece ser una medida beneficiosa para la salud pública, ya que la información y la prevención son clave en la lucha contra estas enfermedades.
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